“Barco de piedra,” no hay mejor referencia. Barco de piedra es lo que es el teatro. Una nave gigantesca navegada por marineros celosos de su barco, aventureros, camaradas. La cámara más elegante de la que cuelga la lámpara épica, cortinas de lujo, hermosos acabados de madera. Escondiendo pasillos, puentes de tubos, sótanos de foso, donde caben orquestas como esclavos remando cuando no sopla el viento. Astas de varas donde caben velas de montañas, grandes ciudades sujetadas por la fuerza de un buen nudo. Entender al viento, reconocer los faros, dominar las cuerdas, sobrevivir con poco son los talentos del marinero por lo tanto, del teatrero.