José Cascara
se sentó
con esa clásica
barba blanca
desganada
a lamberse los dedos
mientras fingía
que leía.
Mientras los hacia
trataba de convencerme
de que la imprenta digital
no funcionaba.
Que los libros en pantallas
solo vivían 10 años.
(yo pensaba que de ser asi
los arboles
ganarian siglos)
(yo pensaba que de ser asi
los arboles
ganarian siglos)
Trataba de hablarle
de mi poesía
y abrió el tema
con algunos nombres,
nombres de poetas,
no menciono ninguno
de los que yo admiraba.
Después me pidió dinero
para poder publicarme.
¿Así
es como matan la poesía?
¿Engatusando a los que la sufren?
No les valen mis lagrimas
y además quieren mi sangre.
No señor,
usted no puede
cogerme de bobo,
ni con sus Ediciones Nacionales,
a mí no va a quitarme un peso
por encajonarme
en sus estantes,
donde está la colección
del papel
con que se seca los dedos.
Me levante,
y le tome el manuscrito
de las manos,
solo le deje la portada,
para no arrebatarle
la oportunidad
de arrepentirse.
Comentarios
Publicar un comentario