Transpiré,
el oxígeno muerto
que soltaste.
Se te escapó,
como si no
se te escapara nada.
Lo llevé
hasta adentro,
a reconocer rincones
escondidos
dentro de mis pulmones.
Lo mezclé,
con esa luz
que cada cual guarda
en su caja torácica.
Lo metí,
donde no cabe.
Lo tomé,
lo adoré,
lo amé,
como se ama una mujer.
Luego lo solté
por un túnel finito
donde fluía
mi gemido,
para volver a ser,
oxigeno muerto,
átomo,
nada.
Wow! Este me encanta!!!
ResponderEliminarGracias por pasar!!! que bueno que te gusto.
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