Me pareció gracioso hasta que me toco verlo a segundo plano. Es curioso, que fue mi primo quien le puso ese apodo que suavizaba la palabra. La palabra que nadie sufrió como el, y si acaso alguien mas, ese suceso sigue siendo un secreto. Le debíamos decir tío maltratante, pero no, en nuestra jocosa astucia lo llamábamos tío gorilon.
Ahora entiendo que no era astucia, sino cobardía. Lo permitimos, nadie lo acuso, nadie llamo a servicios sociales. Lo consolamos riéndonos de como imitaba a su padre, el tono de voz, los gestos, su vocabulario. Nos reiamos y le decíamos que lo queríamos.
Éramos niños, creo que yo tenia 12, por alguna razon pase la noche con ellos, eso no lo recuerdo. Para mi era divertido, pasar la noche jugando con mi primo, que siempre fue muy atento. Me hacia sandwiches de queso, con vaso de leche con quick que le quedaran bolitas de chocolate en la superficie de la leche. A la mañana siguiente, mi despiste, mi peor síntoma, mucho peor que mi asma. Me hizo verlo. Se me perdieron los zapatos, y la familia no había podido salir a tiempo.
El Gorilon entro al cuarto y se cercioro de que estuviéramos solo. Siempre tuve un talento para leer los ojos. La mayoría de las veces hago que les creo. Me preguntó si ya había encontrado el otro zapato, porque ya el había encontrado el izquierdo. Le dije que no, sin usar las palabras. Esa reacción, la que tuvo al instante de recibir mi respuesta me enseño algo importante de la humanidad. La exitacion que da el poder. Ese placer caníbal que sienten las personas cuando sienten el derecho de hacerle daño a otra vida.
Camino hacia mi levantando el zapato para sembrarmelo en la cabeza. Como su gesto me tenia hipnotizado no le quite la mirada de los ojos. El impacto no me dolió al instante, creo que por el shock del momento. Pero si, sentí como se murieron mis labios, hacia los extremos, como el reloj de Dali que se derrite, dejandome un gesto muy parecida a la mascara triste del teatro. Lo recuerdo, por que en toda la confunsion del momento, me dije; no llores. Luche por levantar esos labios patéticos, imposible la gesta, no se levantaban. Hubo un silencio que me pareció eterno, el se quedaba mirándome no se si por que estaba esperando a que llorara, cosa que no paso, al menos, o si por fin en ese momento, se pregunto si se metería en problemas cuando yo lo dijera a mi mama.
Lo que si sabia, era por que sus dedos se quedaban rozando la suela del zapato. Estaba analizando la fortaleza que había tenido el cantazo, digiriendola, midiendo su placer del momento, la manera en como tocaba el zapato era casi erótico, me daba asco, y no llore. Admito que lo que me hizo no llorar era la alegría de no tener un padre, la primera vez que le veía algo positivo, la posibilidad de que mi padre fuera uno como ese.
Encuentra el zapato, nos están esperando - dijo -para romper la tensión silenciosa y yo salí corriendo como si hubiera oído un disparo.
Cuando nos montamos en el carro no volví a comentar nada. Tenia prisa por llegar a la casa de Abuela, donde me encontraría a mi familia. Yo tenia alternativa, no estaba preocupado por mi, sabia que el tío maltrante, no se lo diría a nadie. Por quien sentía tristeza, era por mi primo, que allí quedaría, como presa del Gorila, mi primo se burlaria de el a sus espaldas, y nosotros nos reiriamos y le diríamos que lo queríamos.
Comentarios
Publicar un comentario