"La lluvia golpeaba el techo… como quien toca la puerta con la esperanza de que alguien le abra. Pero el agua no es siempre bienvenida. Tiene que colarse de mala manera para estropear los muebles. Unos muebles que habían sido utilizado por más de tres generaciones, y sobrevivido a más de mil mudanzas. No muchos le tenían lastima. Le pasaba por tener cara de malo y muchas historias que podían no ser ciertas. Quizás era porque aún no era demasiado viejo. Solo a los viejos se le s trata como si no tuvieran pasado. Nadie los juzga. Ni siquiera al notarse esa tinta verde que delata donde alguna vez hubo un tatuaje. Antes los tatuajes era otra cosa. Los humanos no eran canvas, eran carne cocinada por el hierro. Si el hubiera tenido setenta años y no unos sesenta y uno, podía haberse salvado. Pero su final estaba escrito, lo que jamás hubiésemos pensado… era su comienzo. Vega Baja en los cincuenta, era un tajo al sol del Océano Atlántico."