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Mostrando entradas de octubre, 2012

Vuelvo ya mismo...

A todos los que estuvieron por aqui en los ultimos meses, les pido disculpas por haber quitado los poemas que tenia publicado. Estoy pasando por un momento de evaluacion literaria, y era parte de las normas que ninguno de los escritos estuvieran disponibles.  Les prometo que en cuanto salga de este proceso, volverá todo a estar disponible como antes, y les traeré algunos poemas nuevos que he escrito y estoy loco por compartirlos. Gracias por el apoyo, de verdad, ha sido increíble leer sus comentarios y ver como diferentes lectores en lugares que jamas hubiera imaginado se han detenido a leer mis humildes dedos torpes. Gracias... vuelvo ya mismito.

Yo, en la felicidad

Son pocos los recuerdos que tengo, antes de cuarto grado. Habíamos pasado una tienda que vendían un paquete de cartas briscas, para eso no daban los chavos. Mi abuela se tiro el viaje de San Juan a Vega Baja, no era rareza, trajo dulces y chucherías para todos, para mi, un paquete de cartas briscas. Yo brinque y grite de la alegría, tanto que todos se sorprendieron y comentaron ¿habrán pensado que estaba exagerando? La felicidad no me la provocaban las briscas, era que era imposible que ella supiera y me había escuchado. La magia, si existía aunque no los reyes magos.

Perro callejero

El perro callejero conoce su barrio, no lleva un collar con el número de su casa. Tiene rincones sueltos tantos como pulgas meados por toda la anti flora de la ciudad. Si ve una charca se lanza, se refresca, la felicidad lo delata con su cola y lengua por fuera. El no va a hospitales se sana así mismo. El perro callejero conoce la ruta del Sol va mudando su casa por el ángulo que cortan los techos de sombras en el piso. El perro callejero no respeta, porque entiende sobre el amor sobre la guerra, como para atreverse a cometer cualquiera en plena calle a luz descubierta. Al perro callejero no le pesan las cadenas, no entiende de límites de cuerdas, no es bilingüe, ni esta castrado. Nunca mea dos veces el mismo árbol,   nada le impide conquistar otras perras. Hay quien lo ve sucio, con las heridas secas y se atreve a decir “pobre perrito.” El perro callejero no se llama así mi