Como cuando
te da un taco
en la garganta,
como si tuvieras
las paredes de la tráquea
hechas de cristales.
Y yo que solo
quería llamarle
la atención.
Una lección
que un niño extraño
debía aprender.
-Tu no eres mi papa-
me contesto
con una mirada
que me dividía
en dos cantos,
el que casi moría
y el que se mantenía
de pie.
-Pues tu papa
estaría de acuerdo…
-¡Yo no tengo papa!-
me corto.
Entonces
el canto aquel
termino de morir
y el que se mantenía
de pie
fue el que aprendió
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