Llevo un luto sin lagrimas,
antes de tu muerte, viejo,
ya la había llorado.
Había sufrido tanto
tu ausencia,
que llore tu muerte
por adelantado.
Aveces,
otros niños
preguntaban por ti,
les contaba historias épicas,
un viaje a la Luna,
fugitivo perseguido
por los federales,
haciendo espectáculos
alrededor del mundo,
cualquier cosa,
excepto
que te habías largado
quitando los goznes
a las puertas.
Viejo,
son tantas lagrimas
que por ti he derramado,
mas que por nadie,
mas que por cualquiera.
Cuando uno se cría
sin figura paterna,
te falta
la mitad del mapa.
Te amaba/odiaba tanto,
una vez escribi;
me pondría una camisa
el día de tu muerte
que por frente dijera
-ya se donde esta mi padre-
y a la espalda,
-en el infierno.-
Tu,
viviste como la canción
dando esa sonrisa contagiosa
"si a alguien ofendí"
y ese humor que tenias
afilado como un cuchillo
"por siempre fui"
sin mirar por los espejos
lo que dejabas atrás
"a mi manera"
A tu manera te fuiste,
alcohol y pastillas,
una muerte feliz
dicen en el barrio.
No lloro,
ni llevo camiseta estúpida alguna.
Llevo el réquiem
de un tantru
repetido,
y algo gastado,
como un mahon viejo
que se rasga
del menor esfuerzo.
La muerte,
algo tan sencillo
como una chancleta
golpeando tal martillo
en el estrado
y aun así,
a veces me da pena
recoger el cadáver del piso.
Estamos prestados,
dicen en el barrio.
No lo creo,
somos guiados
como burros persiguiendo
la zanahoria,
una zanahoria inalcanzable
como la tierra prometida
de aquel señor
y sus 10 mandamientos.
Estoy seguro,
no era así como lo querías,
venir a morir
a las puertas con nuevos goznes
de tus hijos,
los que nunca llamaste,
que nunca felicitaste
el día de sus cumpleaños.
Viniste a morir
a mis pies,
porque así la vida/karma/Dios
lo quiso.
Para enseñarme
lo que de ti tengo,
y lo que no,
de donde herede esta tercura
y observarme a mi mismo
si toco fondo.
Así que tengo que dar las gracias,
pero no a ti,
como siempre,
a Vida/Karma/Dios
por haberte obligado
a enseñarme
lo que tu no pretendías.
Hay que ser muy cobarde
para quitarse,
pero hay que ser muy valiente
para darse muerte.
Debes irte muy tranquilo,
por que a la larga,
siempre fuiste
hasta el final
a tu puñetera manera.
Lo lograste,
felicidades!
antes de tu muerte, viejo,
ya la había llorado.
Había sufrido tanto
tu ausencia,
que llore tu muerte
por adelantado.
Aveces,
otros niños
preguntaban por ti,
les contaba historias épicas,
un viaje a la Luna,
fugitivo perseguido
por los federales,
haciendo espectáculos
alrededor del mundo,
cualquier cosa,
excepto
que te habías largado
quitando los goznes
a las puertas.
Viejo,
son tantas lagrimas
que por ti he derramado,
mas que por nadie,
mas que por cualquiera.
Cuando uno se cría
sin figura paterna,
te falta
la mitad del mapa.
Te amaba/odiaba tanto,
una vez escribi;
me pondría una camisa
el día de tu muerte
que por frente dijera
-ya se donde esta mi padre-
y a la espalda,
-en el infierno.-
Tu,
viviste como la canción
dando esa sonrisa contagiosa
"si a alguien ofendí"
y ese humor que tenias
afilado como un cuchillo
"por siempre fui"
sin mirar por los espejos
lo que dejabas atrás
"a mi manera"
A tu manera te fuiste,
alcohol y pastillas,
una muerte feliz
dicen en el barrio.
No lloro,
ni llevo camiseta estúpida alguna.
Llevo el réquiem
de un tantru
repetido,
y algo gastado,
como un mahon viejo
que se rasga
del menor esfuerzo.
La muerte,
algo tan sencillo
como una chancleta
golpeando tal martillo
en el estrado
y aun así,
a veces me da pena
recoger el cadáver del piso.
Estamos prestados,
dicen en el barrio.
No lo creo,
somos guiados
como burros persiguiendo
la zanahoria,
una zanahoria inalcanzable
como la tierra prometida
de aquel señor
y sus 10 mandamientos.
Estoy seguro,
no era así como lo querías,
venir a morir
a las puertas con nuevos goznes
de tus hijos,
los que nunca llamaste,
que nunca felicitaste
el día de sus cumpleaños.
Viniste a morir
a mis pies,
porque así la vida/karma/Dios
lo quiso.
Para enseñarme
lo que de ti tengo,
y lo que no,
de donde herede esta tercura
y observarme a mi mismo
si toco fondo.
Así que tengo que dar las gracias,
pero no a ti,
como siempre,
a Vida/Karma/Dios
por haberte obligado
a enseñarme
lo que tu no pretendías.
Hay que ser muy cobarde
para quitarse,
pero hay que ser muy valiente
para darse muerte.
Debes irte muy tranquilo,
por que a la larga,
siempre fuiste
hasta el final
a tu puñetera manera.
Lo lograste,
felicidades!
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