Ya son treinta años
de buscar ángeles perdidos
en el suelo.
He perdido la noción
del tiempo
y la cuenta de los sueños
que he perdido.
Ya, yo ya.
Ya,
ya no soy un niño
que se conformaba
en buscar el arte
en las nubes.
Ya la ilusión
tiene pocos segunderos
en el tintero.
Esa magia
de los primeros tres meses
color de rosa
no aguante el empuje.
Ver mi país caer en un abismo,
como el amor
es el consuelo
que se te ofrece
como una servilleta en la calle.
No,
ya yo ya.
No estoy para juegos.
De disimular
que no miro,
que no tengo preguntas
y de no hablar claro
cuando en alguien no confio.
En temer a la muerte,
y de cosas que no me preguntare
si ya yo
estoy muerto.
En buscar un Dios
que de mí se preocupe,
que me mire por las noches
y por las mañanas me dé una caricia,
como lo hace mi madre.
En buscar mi propósito,
saber que soy tan especial
como las abejas
para las flores.
Pero no encuentro la flor
donde germinar mi polen.
Mi pobre polen,
que llevo tejiendo
en estos treinta años,
que ya me juzga
su existencia,
como juzgo yo la mía.
No, amor mío
que no me amas,
ya yo,
ya yo ya…
estoy perdido,
mas no exhausto,
no me quito…
solo estoy en ese trance,
mirando los diferentes caminos
que tiene el laberinto.
Deseando que todo
sea una mentira,
y salga algo de la nada
a decirme
“ya mi hermano,
pasaste la prueba.”
…pero sigo esperando
…
(y como cosas del destino
se abre una ventana
interrumpiendo el poema
que aquí escribo,
es un dibujo de mi sobrino,
en la casilla vacía
donde dibujaría
a las personas
que su dudas preguntaría,
me había dibujado a mí,
-¿Por qué a Tío?
-Porque él lo sabe todo.
Ay amor mío,
que si me amas…
espero poder salir de la nada,
cuando te encuentres
dentro del laberinto.)
de buscar ángeles perdidos
en el suelo.
He perdido la noción
del tiempo
y la cuenta de los sueños
que he perdido.
Ya, yo ya.
Ya,
ya no soy un niño
que se conformaba
en buscar el arte
en las nubes.
Ya la ilusión
tiene pocos segunderos
en el tintero.
Esa magia
de los primeros tres meses
color de rosa
no aguante el empuje.
Ver mi país caer en un abismo,
como el amor
es el consuelo
que se te ofrece
como una servilleta en la calle.
No,
ya yo ya.
No estoy para juegos.
De disimular
que no miro,
que no tengo preguntas
y de no hablar claro
cuando en alguien no confio.
En temer a la muerte,
y de cosas que no me preguntare
si ya yo
estoy muerto.
En buscar un Dios
que de mí se preocupe,
que me mire por las noches
y por las mañanas me dé una caricia,
como lo hace mi madre.
En buscar mi propósito,
saber que soy tan especial
como las abejas
para las flores.
Pero no encuentro la flor
donde germinar mi polen.
Mi pobre polen,
que llevo tejiendo
en estos treinta años,
que ya me juzga
su existencia,
como juzgo yo la mía.
No, amor mío
que no me amas,
ya yo,
ya yo ya…
estoy perdido,
mas no exhausto,
no me quito…
solo estoy en ese trance,
mirando los diferentes caminos
que tiene el laberinto.
Deseando que todo
sea una mentira,
y salga algo de la nada
a decirme
“ya mi hermano,
pasaste la prueba.”
…pero sigo esperando
…
(y como cosas del destino
se abre una ventana
interrumpiendo el poema
que aquí escribo,
es un dibujo de mi sobrino,
en la casilla vacía
donde dibujaría
a las personas
que su dudas preguntaría,
me había dibujado a mí,
-¿Por qué a Tío?
-Porque él lo sabe todo.
Ay amor mío,
que si me amas…
espero poder salir de la nada,
cuando te encuentres
dentro del laberinto.)
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