Me enteré de la muerte del comandante por un estatus de una modelo preciosa que demostraba su poco criterio. Sí, lo mejor que hace una modelo es permanecer callada. Pero bueno... un papelón al año no hace daño. Lo importante era el anuncio. El comandante invicto moría de viejo, y no bajo las balas,como tantas veces trataron.
Murió de viejo, acostado en una cama y loco por irse, como los que han vivido demasiado. Como los que ya cumplieron sus expectativas, y rinden y liberan. Sentí un poco de nostalgia, y un poco de alegría. Porque su muerte sabe a victoria. De una vida bien vivida. Le guste al que le guste.
Los fumadores de pasto en el parking de plaza, dirán: ahora sí que Cuba progresa, los hípster harán humor negro del suceso como si la crueldad los hiciera lucir más inteligentes, los amantes del comunismo, aunque muchos no lo hayamos vivido, despedirán a un soldado y los cubanos… que sé yo lo que piensan los cubanos. Supongo que algunos lloraran a escondidas porque admiten que han tenido malos tiempos, pero han tenido una Cuba. Los desertores celebrarán con vítores, pues es más fácil culpar al hombre que a las situaciones.
Hoy murió un hombre que llego a tambalear las columnas del imperio más grande del mundo. Su muerte no es la de un mártir, mucho menos la de un héroe caído. Es la retirada de una de las mas grandes mentes en el mundo contemporáneo.
Se va a su paso, a su ritmo. Sus miles de enemigos lo miran con envidia desde las cortinas…nunca lo humillaron… y una lágrima denota su real tristeza… porque era uno de esos hombres de los que se ama odiar.
De mi parte… lo dicho, nostalgia y alegría… y al final un toque de miedo. Porque que me sé en un mundo donde no vive un Fidel Castro.
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