Mi amigo vive en dos mundos.
Ninguno es el suyo
pero le caen como anillo al dedo.
En uno es un chico importante
de la gran ciudad
y en el otro es un don nadie
con vaso de whiskey en la mano.
Los pocos que lo conocemos
sabemos de sus disfraces
y lo ponemos a prueba.
Al oírlo aplaudimos su sabiduría,
y a veces le aguantamos sus berrinches.
Su rima está más filosa que la espada del body guard de Whitney Houston.
Su tiempo es una bomba
que explota en el momento perfecto.
Su lirica asusta más
que los abanicos de techo
en las escuelas públicas.
Quizás esta noche te pasó
por el lado. Y tú volteaste la cara
al escuchar su acento.
Perdiste la oportunidad
de conocer a una gran persona
que no se reconoce a sí misma.
Mi amigo sufre de soledad extrema.
Y puede sembrarse en una barricada
sin darse cuenta.
Pero en su singularidad esta su esencia.
Y ama esta patria más
de lo que se ama a sí misma.
Es algo que tienen en común,
Mi amigo y su terruño.
Por eso huye a su casa
cada vez que tienen éxito
en el extranjero.
Su nombre es William,
y es puertorriqueño.
Aunque todos lo llamen Ninja
y no sonría en las fotografías.
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