Feria de Empleo Municipal
Una llamada cambió mis emociones
en la tarde. De la incertidumbre que causa pensar cómo pagar las cuentas del
mes que viene, una invasión de esperanza se apoderó de mi noche. Me invitaban a
la Feria de Empleo del Municipio de Vega Baja. “Googolié” el evento para ver de
qué se trataba y me encontré con la publicidad del año pasado donde anunciaban
que estarían en juego trescientas plazas. Me es sabido que está en planes la
apertura de la Escuela Municipal De Vega Baja, especializada en Bellas Artes,
así que era probable que me estaban llamando porque esperaban reclutar
profesionales como es requerido. Escogí mi atuendo y rasuré mi barba. Cosa que
hago solamente para eventos especiales. Estuve en los primeros turnos de la
primera hora. Debieron ser más de cien
los que tenía adelante y más de cien los que tenía atrás. Una larga fila bajo
el jocoso sol caribeño. Personas de todo tipo de gustos. Los había mayores y
con conductores designados. Mujeres jóvenes mientras sus madres les cuidaban
los nenes bajo la sombra de los árboles; algunos sin código de vestimenta,
otros sobre vestidos, y muchos otros como yo, sobre cualificados.
En la fila una empleada municipal
me preguntó si venía a actualizar mi resume. No entendía a que se refería así
que hice las preguntas pertinentes. Lo que me llevó a descubrir que el servicio
que el Municipio ofrecía era ayudar a crear un resume a los asistentes. Cuando
vi lo que traían, decidí esconder los míos. No quería asustar a nadie con lo
radical de mi presencia. Esas letras rojas y con diferentes tipos de tamaño
podrían sufrir la marginación de esos resumes convencionales con borde de “clip
art” de los 90s en blanco y negro, con tinta mate y rasposa. Aún no había entrado
y ya sabía que era una farsa. Al cruzar la puerta y ser besado por el aire
acondicionado, nos sentaban en unas sillas. Para escuchar el mensaje del Alcalde
con todas las ofertas que se estarían ofreciendo y aprovechar para tomar una
foto que poner en las redes. Claro, no iban a poner la de la fila y sus
sudados.
Aunque fue una sorpresa ver al
alcalde en la labor de animador del evento no fue nada comparado a la sorpresa
que me llevé al ver quiénes ocupaban las mesas de los supuestos patronos. Avon
tenía la primera, Hogar Crea la segunda. Ofertas de artículos de Sofía Vergara,
y referidos por si tenías un familiar con problemas de drogas que pudieras
donar a la compra/venta de bolsas plásticas. Vega Coop me dio un saco de promo,
de esos que se usan para llevar “monchis” a la playa; algo que supongo tenía
que ver con salud me dio condones, Sam’s Club ofrecía unos descuentos si
sacabas la membresía al momento, y Walgreens regalaba vacunas. ¡VACUNAS! Y las agencias de trabajo
descuidaban sus nidos de cuervo. Te daban un link, para que vieras las ofertas.
Pero ¿qué se puede esperar de agencias que ganan dinero del desempleo?
Me acerqué a la única entidad
privada que había en el evento, que no fueran Gatsby, ni Job Corps ni Something
Security. Una oficina de quiroprácticos que buscaban masajista, y un recepcionista.
—Hola, te voy a dejar el único resume
que entregaré en este evento.
Le entrego el documento a la
señora que me mira las manos.
—¿Eres masajista? —dijo con cierto tono que me hizo sentir halagado.
—Ya quisiera. Más bien me
interesa todo eso de la medicina verde, y quizás… pueda ayudar con la
recepción.
Me mira, con cara de pena, y me
dice: —esa plaza aún no está abierta. Pero cógete unos cursos en una
institución. Es muy rentable. A lo que le contesté que ya había
terminado mis estudios y no estaba muy dispuesto a volver a sentarme en un
pupitre. Me fui tan rápido como pude.
Al salir miré a los que aun
hacían la fila. Con unas ganas gigantes de gritarles: “¡Corillo, es un farsa!
¡No hay trabajo, solo promotores! Llenan las mesas con ellos porque no hay
patronos. Y mientras no hay trabajo, nos dicen que en este país no hay personas
con ganas de trabajar. ¡Que somos unos vagos! Es mentira. Aquí estamos los que
no nos quitamos. Bajo el sol con la esperanza viva y haciendo chiste. Mientras
ellos nos regalan condones y vacunas para después decir en la prensa que somos
hijos del mantengo”.
Pero no dije nada. Solo salí por
la puerta mordiéndome los labios. Pero a veces, un gesto dice más que mil
palabras. Y gracias a que la Fuerza Universal existe, había un zafacón justo en
la puerta. Brindándome la oportunidad de desechar toda su publicidad barata y supuestas ofertas
de empleo frente a los cientos de ojos curiosos de ese ciempiés desempleado.
Como un triste gusano que camina al matadero pero con una sonrisa en los labios.
Ya en mi casa me desahogué un poco. Pero solo un poco. Aún me quedaba buscar el
link de la agencia de cuervos para ver sus puestos de choferes, como si Uber
todavía no hubiera llegado y “googoliar” esos institutos que te certifican como
masajista. Porque al parecer tengo buenas manos… y por ahí dicen que es muy
rentable.
Comentarios
Publicar un comentario